Fuente: Extracto artículo publicado en la Revista Regal Difussyo – Año 29 – Nº 101
Con una demanda considerable por parte de los jóvenes, los textiles inteligentes ofrecen hoy en día un amplísimo abanico de oportunidades a desarrollar.
Los textiles inteligentes son productos de alto valor añadido que, además de cubrir diferentes funcionalidades, pueden interactuar con el usuario y proporcionar miles de datos acerca de quien lleva la prenda: temperatura corporal, modo y tiempo de utilización, estado de salud, et. Los ejemplos más claros de esta tecnología son los sensores y biosensores textiles desarrollados para la medición de parámetros fisiológicos como electrocardiograma, pulso cardíaco, respiración o parámetros físicos como presión, volumen o incluso presencia.
Como muchos otros productos e innovaciones, los textiles inteligentes deben su rápido desarrollo a la industria aeroespacial y militar. Ambas llevan décadas invirtiendo en la búsqueda de soluciones para hacer frente a diversos problemas, entre otros, las condiciones ambientales extremas. Estas inversiones han supuesto la aparición de dos áreas diferencias:
- Textiles de uso Técnico (TUT) o geotextiles, que ofrecen resistencia mecánica, resistencia térmica resistencia a los rayos UV o IR, aislamiento… Podemos considerarlos los verdaderos precursores de los textiles inteligentes y ya estamos plenamente familiarizados con algunos de llos: microfibras, los elastanos o las membranas impermeables y transpirables.
- Textiles Inteligentes y Tejidos Interactivos (SFIT), que dependiendo de su comportamiento pueden dividirse en:
- Termoactivos: son aquellos que reaccionan al calor cambiando de color, conductividad o forma.
- Fotoactivos: textiles que por acción de la luz pueden cambiar de color o almacenar la energía para emitirla posteriormente.
- Bioactivos: son fibras que poseen propiedades beneficiosas para la salud, debido a la materia que las compone, por ejemplo, fibras biocidas, hidratantes, dermoprotectoras, aislantes, etc.
No querríamos terminar sin hacer mención a los textiles ecológicos. Se obtienen de fibras naturales como la pulpa de eucalipto, el cáñamo, el bambú o la pulpa de coco reciclada, sin olvidar el poliéster reciclado, el nylon reciclado y la lana tratada sin cloro. Solo por poner un ejemplo, los hilos de pulpa de coco y el carbón activado ofrecen excelentes propiedades de transpiración y secado, control del olor corporal y protección UV, gracias a su amplia y uniforme estructura de poros. Por su parte, el “tejido de leche” contiene más de quince tipos de aminoácidos distintos que alimentan y nutren la piel, haciéndola más saludable. Por último, existe un textil tecnológico a base de algas marinas que actúa como una eficaz barrera de rayos V.
El mundo de la moda, cada vez más ligado a la publicidad textil, ofrece un amplísimo campo de crecimiento en el uso de estos materiales. De hecho, aunque continúan siendo tejidos y prendas caras, lo cierto es que la demanda va en aumento, siendo varias las firmas de moda o de ropa de deporte que incluyen ya en sus catálogos productos fabricados con estas materias primas, por lo que no está de más pensar que este tipo de textiles acabará llegando al mercado publicitario para quedarse.